Si todo va bien, entre 2010 y 2011 las agencias encargadas de autorizar la comercialización de los medicamentos (la FDA, en Estados Unidos, y la EMEA, en Europa) tendrán sobre la mesa la primera solicitud oficial para dar luz verde al registro de la primera vacuna de la malaria. Lo anunció ayer Pedro Alonso, director del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona (CRESIB) y del Centro de Investigación de Manhiça, en Mozambique, que lidera los ensayos de la vacuna ya en fase III con 16.000 niños de siete países.
En los ensayos en fase I y II ya ha quedado comprobada la seguridad y los niveles de eficacia de la futura vacuna. Según explicó Alonso, los últimos resultados, publicados recientemente en Journal of Infectious desease, dan un paso más al demostrar por primera vez que la candidata a vacuna RTS,S (de GlaxoSmithKline Biologicals) mantiene su protección a largo plazo, durante un periodo de 45 meses, casi cuatro años. El estudio, en el que han participado más de 2.000 niños entre 1 y 4 años, corrobora la seguridad de la vacuna. En cuanto a eficacia, demuestra que es capaz de reducir los episodios clínicos de malaria grave en un 38 %, explicó Alonso. Los casos de malaria leve disminuyen un 30%, lo que evitaría entre 300 y 500 millones de casos al año.
“Es el primer seguimiento a largo plazo de un ensayo de vacuna contra la malaria infantil en África”, afirmó el investigador. El primer estudio que demostraba que esta vacuna ejercía una respuesta inmune protectora frente a la enfermedad en niños se publicó en 2004 en The Lancet.
Estos resultados abren la puerta a una fase final de ensayos orientados a obtener ya los permisos adecuados para comercializar el uso de la vacuna. En total, participan 16.000 niños voluntarios en 11 centros de siete países africanos: Mozambique, Tanzania, Burkina Faso, Gabón, Ghana, Kenia y Malaui. “Será una vacuna de primera generación. Su eficacia será moderada y no se administrará a todos los grupos de población, habrá que definir bien cuáles”, dice Alonso.
Para lograr en un futuro vacunas con cuotas de eficacia aún mayores será necesario comprender exactamente los mecanismos que hacen que la RTS,S permita adquirir inmunidad a unos individuos, mientras que a otros no les protege. Una de las dificultades consiste en que, a diferencia de otras vacunas, no hay marcadores que en las analíticas permitan observar la eficacia. Con otras vacunas es posible realizar análisis de sangre para medir la producción de anticuerpos y sacar conclusiones. En malaria sólo se puede llegar a conclusiones observando cuánta gente enferma.
El control de la malaria continua siendo uno de los problemas más urgentes que afrontan los especialistas en salud pública internacional. Afecta a 80 países, donde se declaran cada año unos 250 millones de casos. A pesar de los esfuerzos de control mediante mosquiteras y de los tratamientos preventivos, la malaria consigue matar cada año a unas 900.000 personas, la mayor parte niños menores de cinco años.
Los expertos aventuran que la lucha contra la enfermedad no dependerá sólo de la vacuna. El pasado mes de septiembre The Lancet publicaba los buenos resultados de otro estudio internacional sobre un fármaco, la sulfadoxina-pirimetamina (SP), que permite evitar el 30% de los casos en bebés de menos de un año. En total, unos seis millones de nuevos enfermos al año.
Alonso recordó que, a pesar de encontrarnos en época de crisis, los esfuerzos por encontrar solución a esta enfermedad deben continuar ya que la enfermedad también compromete el desarrollo socioeconómico de los países pobres. El investigador español dio a conocer los nuevos resultados durante la presentación oficial del ciclo de conferencias sobre salud global que organiza la BioRegió de Cataluña (Biocat) con el apoyo de la Fundación La Caixa.
MÓNICA L. FERRADO – Barcelona – 27/10/2009 El País.