Doctor en Biología. Catedrático de Genética en la Facultad de Veterinaria de la UCM, Académico Correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia. En investigación básica se ha dedicado a la adaptación rápida de microorganismos al cambio global siendo Investigador principal en mas de 30 proyectos competitivos (UE , Plan Nacional…) y publicando cerca de 200 artículos científicos (Nature, New England J Medicine, Proc. Royal Soc, Water Res, New Phytol, J Mol Evol, ), con casi 3500 citas y un índice H = 34. Como investigador aplicado dedicado a la biotecnología ambiental ha dirigido mas de 50 contratos de transferencia tecnológica a empresas (Iberdrola, Uralita, Urbaser, Canal Isabel II, Acciona….), inventor de 6 patentes y promotor y socio fundador de las empresas de base tecnológica BES SL y SouthTEK SL. Es experto evaluador de proyectos para US Departament of Commerce, NOAA, OCDE y UE. En la actualidad trabaja en aplicaciones biotecnológicas para los sectores de energías renovables y nuclear. Ha recibido diversos premios (mejor plan de empresa de EBT universitaria, mejor empresa tecnológica…)
Existe un consenso generalizado de que el incremento de gases de efecto invernadero como consecuencia de la quema de combustibles fósiles es el mayor peligro al que se enfrenta hoy en día la humanidad. El Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático lo deja bien claro: solo el uso generalizado de las energías renovables o nucleares, capaces de frenar el calentamiento global, pueden asegurar nuestro futuro. Las renovables aparecen como una excelente opción: la energía que nos llega del sol (≈ 1.74 x 1017 W) es 11.600 veces mayor que el actual consumo total de la humanidad (≈ 1.5 x 1013 W).
Para garantizar el éxito de las renovables, es imprescindible abordar una serie de problemas para el medio ambiente y la salud que presentan estas energías, algo que no se abordó a su debido tiempo, al asumir que las renovables eran per se energías limpias. Los mayores problemas derivan de la baja potencia obtenida por unidad de superficie (p.e. una planta fotovoltaica necesita 5000 veces más superficie para producir la misma energía que una central nuclear). La ocupación antropogénica del espacio es una de las principales causas de la actual crisis de la biodiversidad. Buena parte de los más reputados ecólogos evolutivos -con E.O. Wilson a la cabeza- proponen que dejar sin ocupar la mitad de la tierra es la única manera de sobrevivir y algunos de ellos, como J. Lovelock, sostienen que eso solo se podrá hacer mediante el incremento de la energía nuclear.
También existen problemas concretos asociados a los distintos tipos de energías renovables. Algunos ejemplos: La contaminación difusa y por vertidos de sustancias peligrosas para la salud y el ambiente que forman parte del fluido térmico de plantas termosolares es, sin duda, un problema serio, incrementado por la gran superficie que ocupan estas plantas. Los embalses para aprovechamiento hidroeléctrico ya han alterado la circulación estuárica en muchos lugares, planteando problemas de erosión, enorme pérdida de productividad pesquera, contaminación e incremento de microorganismos tóxicos (de los que el Ebro y el Guadalquivir son un buen ejemplo). Los parques eólicos están precipitando la extinción de ciertas especies, desde el urogallo a murciélagos. Y hay mas…
Pero todos estos problemas tienen solución (incluso la ocupación del espacio puede minimizarse, planificando zonas no ocupadas y diseñando pasillos para interconectarlas). Afrontarlos cuanto antes, con sinceridad y profesionalidad es la mejor vía para resolverlos, asegurando el éxito de las renovables y con ello, nuestro éxito.