Sesgos en investigación clínica y edición científica
Santiago Cuéllar Rodríguez, Académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia
RESUMEN
A diferencia de los errores de carácter aleatorio, que inciden reduciendo la precisión de los resultados pero que pueden ser prevenidos de forma relativamente sencilla, los errores sistemáticos o sesgos impactan en la exactitud o veracidad de los resultados de la investigación y requieren un no menos sistemático y riguroso análisis y control. Ninguna investigación científica está exenta de sesgos, por lo que es fundamental conocerlos y entenderlos para intentar evitarlos, minimizarlos, corregirlos o, al menos, ajustar las expectativas de la certidumbre científica del estudio en cuestión. El potencial de sesgo en la investigación clínica es particularmente elevado, debido a que los sujetos de estudio son seres humanos; esto implica que, además de la variabilidad en sus características biológicas, incorporan otros múltiples factores variables de carácter no biológico que inciden notablemente en sus respuestas: psicológicos, culturales, étnicos, etc. En esta conferencia se han revisado los principales tipos de sesgos potencialmente presentes en la investigación clínica y edición científica. Estos pueden producirse en cualquier etapa del proceso de investigación (planificación, ejecución, obtención y análisis de resultados, conclusiones), junto con los sesgos editoriales y de publicación científica, incluyendo los relativos a la declaración de intereses. Hay sesgos relativos a las variables de estudio, en la representatividad de la respuesta terapéutica, relativos al observador y de los instrumentos de medición; sesgos de selección, de información y de confusión. El que seamos capaces de detectar cada vez más tipos de sesgos no quiere decir que estemos haciendo peor ciencia, sino todo lo contrario; se hecho, la ciencia se investiga a sí misma de forma rigurosa (metaciencia). Por tanto, no se trata de investigar y publicar menos sino de hacerlo mejor; sin perder de vista que los “rankings” (universidades, publicaciones de alto impacto, etc.) son tan difíciles de hacer bien como fáciles de corromper.