Inmunonutrición en su amplio contexto, se define como el área de la ciencia que se dedica al estudio de los procesos por los que los distintos nutrientes, compuestos bioactivos e ingredientes mantienen o afectan la fisiología normal del sistema inmune y hasta qué punto tales procesos pueden alterarse por déficits, sobrealimentación o suplementación, así como su repercusión en prevención y tratamiento de enfermedades.
La nutrición es esencial para una buena respuesta del sistema inmune innato y específico, de modo que el sujeto pueda hacer frente ante el ataque de cualquier agente extraño que quiera invadir su organismo, ya sean microorganismos (bacterias, virus), células malignas, toxinas, parásitos, alérgenos, que pueden producir infecciones, tumoraciones, alergias, en general procesos inflamatorios que pueden desembocar en patologías importantes de larga duración y gravedad.
La malnutrición es una situación nutricional extendida en el mundo entero, bien por déficit o por exceso de ingesta, en la que siempre hay un factor común como es el desequilibrio de nutrientes. La dieta tiene un papel fundamental y dentro de este determinante, los antioxidantes, los probióticos y prebióticos ejercen efectos que pueden ser muy beneficiosos para la salud. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no es solo la cantidad y calidad de los nutrientes, compuestos bioactivos e ingredientes que se consumen los que van a ejercer un efecto, sino también el comportamiento alimentario durante todo el día, incluyendo factores de alimentación que van a estar implicados en la funcionalidad de los diversos órganos.
La obesidad es una enfermedad que se ha extendido a nivel mundial y que dadas sus características de etiología, genética y condiciones ambientales hay que abordar desde distintos ámbitos de la ciencia. En la obesidad se produce una alteración del metabolismo y de varios sistemas del organismo, en esencia, del sistema endocrino, sistema inmune y sistema nervioso entre los que se produce una interacción afectándose mutuamente. De ahí, su problemática a la hora de tratar esta enfermedad desde distintos puntos de vista, desgraciadamente con pocas expectativas de éxito la mayor parte de las veces.
Sin embargo, no podemos dejar de lado la importancia que tiene el estilo de vida en el desarrollo de estas enfermedades supuestamente sociales, como son la obesidad y las patologías que de ella se derivan, entre las que se encuentran la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y autoinmunes, fundamentalmente.
De hecho, son alteraciones crónicas no contagiosas, que llevan inherente un proceso inflamatorio.
Por ello, están surgiendo nuevos ámbitos de estudio en cuanto a la relación de la nutrición con la epigenética, la situación gestacional e intergeneracional, ya que pueden afectar la biología del sistema inmune y los procesos de inflamación.
La metodología para la evaluación de estas patologías está emergiendo con nuevas expectativas; esperemos que, en el futuro con la ayuda de los gobiernos, la industria y la implicación de los científicos seamos capaces de desbancar estas patologías que tantos problemas conllevan a nivel de salud, social, económico, psicológico y laboral.