Dr. Eduardo Costas
¿Serán los fármacos (y otros contaminantes emergentes) una grave amenaza para el agua potable en un futuro próximo?
Aunque la Tierra llama la atención por la cantidad de agua líquida que contiene, la cantidad total de agua es poca y de ella apenas el 1% es agua dulce continental. A lo largo de la historia, la humanidad aprovechó el agua de las cuencas de los ríos. Pero esto tiene un problema: el agua que bebemos en la parte media y baja de los ríos ya ha pasado por el cuerpo de otros humanos y animales.
Así, durante muchos años, beber agua fue un riesgo para la salud (hasta el punto de que dar cerveza a los niños se consideraba una práctica adecuada). Beber agua produjo entre 3 y 5 veces más muertes que todas las guerras juntas. Solo a partir de 1904 empezamos a tener, en los países más avanzados agua de abastecimiento segura, gracias a los procedimientos de cloración inventados por el Dr. John L. Leal (1858-1914). Se estima que la cloración del agua salvo más vidas que los antibióticos.
Los modernos procedimientos de cloración, floculación, sedimentación y filtración del agua permiten que dispongamos de ingentes cantidades de agua de calidad (a la que damos poco aprecio, hasta el punto de utilizarla en las cisternas de nuestro WC). Pero en un siglo, el cambio global, debido al ingente crecimiento y desarrollo del mundo se plantean nuevos retos para el agua de abastecimiento.
Es muy posible que los contaminantes emergentes, entre ellos los fármacos, acaben con el modelo tratamiento de agua que tanto éxito ha tenido en los 100 últimos años. Actualmente las estaciones depuradoras de aguas residuales y las depuradoras de aguas potables capturan menos del 11% de los fármacos y otros contaminantes emergentes entre los que destacan cocaína y opiáceos (bebemos el 10% de la cocaína total consumida), disrruptores hormonales, microplásticos, protectores solares, herbicidas y pesticidas y amianto entre otras.
En el agua potable de algunas ciudades se han medido hasta 23830 ng l-1 de ibuprofeno. Pero también abundan otros analgésicos y antiinflamatorios, antidepresivos, betabloqueantes adrenérgicos, antiepilépticos, modificadores de lípidos, broncodilatadores. Un caso preocupante lo constituye la cantidad de antibióticos que aparecen en el agua potable y que podrían estar asociados a problemas de resistencia.
La exposición continuada a estos contaminantes emergentes del agua, con interacciones y sinergias desconocidas es un problema creciente que tiene muchas posibilidades de empeorar.