Glicopatología, Glicoterapéutica y marcadores tumorales glicánicos

La desregulación (por causas genéticas o adquiridas) de la actividad de ciertas glicosiltransferasas, glicosidasas o isomerasas que catalizan los procesos metabólicos en que participan los glicoconjugados –moléculas resultantes de la unión entre glúcidos y prótidos o glúcidos y lípidos– ocasiona anomalías en la estructura química de estos compuestos, por originarse moléculas (generalmente truncadas o con ramificación aberrante) incapaces de efectuar sus funciones biológicas normales. Surgen así, anomalías por almacenamiento, provocadas por disfunción o ausencia de la actividad catabólica a cargo de enzimas lisosómicas (“Lysosumai Storage Disorders”) o desórdenes congénitos de glicosilación (“Congenital Disorders 01 Glycosylation, CDG”) que afectan a la biosíntesis de estas sustancias. La Glicopatología resultante se halla estrechamente vinculada con procesos infecciosos por: virus (gripe, SIDA,\retc.), bacterias (E. coli, Streptococcus sp., Helicobacter pylori, etc.), hongos o protozoos, así como con procesos cancerosos o inmunitarios. Afortunadamente, se dispone en la actualidad de eficaces agentes (de naturaleza glicoconjugada), pertenecientes a la rama denominada Glicoterapéutica, capaces de prevenir o de curar las consecuencias de tales anomalías, o destinados al normal mantenimiento de los seres humanos. Así, antibióticos aminoglicosídicos, inhibidores enzimáticos, enzimas (como la glucocerebrosidasa), vacunas de polisacáridos conjugados, anticoagulantes (como la heparina), condroitín-sulfato u hormonas (como la eritropoyetina). Además, las técnicas biotecnológicas están siendo últimamente aplicadas para la preparación o el perfeccionamiento de algunos de estos fármacos. Asimismo, existen valiosos marcadores tumorales, de cuya composición forma parte un componente glicánico, relacionados frecuentemente desde el punto de vista estructural con antígenos de algunos grupos sanguíneos, que (sin ser estrictamente\respecíficos) resultan de gran utilidad para el diagnóstico, pronóstico y, sobre todo, para el seguimiento del estado de salud de pacientes de diversos tipos de cáncer. También, ciertas lectinas pueden considerarse como indicadores de estos trastornos, aunque no como auténticos marcadores tumorales.

INTERVENCIONES

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José Antonio Cabezas Fernández del Campo