Tras unas palabras introductorias, en las que justificó la necesidad de establecer agencias de seguridad alimentaria, capaces de actuar frente a algunas situaciones críticas como el síndrome del aceite tóxico (1981) o la generalización de la encefalopatía espongiforme bovina (1998), expuso la posición de la Unión Europea, en 2000, hecha pública en el ‘Libro blanco de seguridad alimentaria’ y plasmada en el reglamento europeo 178/2002, donde se establece el análisis del riesgo sobre los alimentos, las responsabilidades de los Estados miembros como operadores económicos, el control de la cadena alimentaria y funda la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria [EESA], a quien corresponde asesorar sobre los riesgos sanitarios existentes y emergentes. Bajo estos presupuestos europeos, presentó una breve historia de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria: sus orígenes (2001), la publicación de su estatuto actual (2022) y algunas cifras sobre su presupuesto anual y los funcionarios que en ella realizan su trabajo. Abordó la estructura de la Agencia, de la que presentó el organigrama actual y analizó su estructura interna. Explicitó sus competencias en materias de seguridad alimentaria y nutrición desde tres frentes: evaluación, gestión y comunicación; a la par que señaló sus relaciones con otros organismos europeos y de la Organización Mundial de la Salud.
En el ámbito de la seguridad alimentaria, abordó la existencia y composición del comité científico de la Agencia, junto a la relevancia de sus informes; analizó las medidas de gestión de riesgos desde cuatro ámbitos: legislativo, control oficial, guías de buenas prácticas y recomendaciones de consumo; y desarrolló el proceso de coordinación para la aplicación de estas normas en el territorio nacional bajo el Sistema de Control Oficial de la Seguridad Alimentaria y de vigilancia de emergencias, a través del Sistemas de Gestión de Alertas Sanitarias. Los análisis de control son llevados a cabo por laboratorios integrados en las redes de laboratorios de la Unión Europea, cuyas exigencias comunes señaló. También se ocupó del desarrollo de la estrategia de comunicación de la Agencia, protocolizada a través de un plan de actuación aprobado en 2025 para el trienio 2025/2027, del que presentó sus líneas maestras.
Señaló las competencias de la Agencia en materia de nutrición, asumidas en 2007, en particular en el desarrollo de políticas públicas en el ámbito de prevención de la obesidad.
Por último fijo algunas conclusiones, entre las que destacó cómo el sistema de control oficial de alimentos, en la actualidad, es robusto y funciona adecuadamente, recalcando el rol crucial jugado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición como elemento coordinador y de contracto entre los diferentes organismos relacionados con estas materias. En definitiva, a día de hoy –y según la opinión de la conferenciante-, la Unión Europea es una de las regiones donde es más seguro el control de la calidad alimentaria y, por tanto, será difícil que se repitan crisis de grandes dimensiones como el síndrome del aceite tóxico (1981) o la generalización de la encefalopatía espongiforme bovina (1998).
A su intervención siguió un interesante coloquio entre la ponente y los académicos asistentes en la sala.