El Dr. Barbacid es Profesor AXA-CNIO de Oncología Molecular y jefe del grupo de Oncología Experimental del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Estudió Ciencias Químicas (especialidad en Bioquímica) en la Universidad Complutense de Madrid, doctorándose en la misma Universidad en 1974 tras realizar su tesis doctoral en el Instituto de Biología Celular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas bajo la Dirección del Dr. David Vázquez. Entre 1974 y 1977 completó su formación postdoctoral en el Instituto del Cáncer de Estados Unidos. En 1978 formó su grupo de investigación en Centro donde trabajó hasta 1988. En 1982 aisló por primera vez un gen humano mutado capaz de causar cáncer (oncogén), identificando así la primera alteración molecular implicada en el desarrollo tumoral. Estos descubrimientos sirvieron para establecer las bases moleculares del cáncer y abrir un campo nuevo de investigación que hoy en día conocemos como Oncología Molecular.
Durante una década (1988-1998) trabajó en la industria farmacéutica llegando a ser Vicepresidente de Oncología Preclínica de la multinacional Bristol-Myers Squibb. En 1998 regresó a España para fundar el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Centro que dirigió hasta 2011 en que decidió volver a centrarse exclusivamente en sus líneas de investigación. Bajo su liderazgo, el CNIO se convirtió, en menos de una década, en uno de los diez mejores centros de investigación del mundo según el ranking de “calidad científica” elaborado por Scimago Institutions Rankings entre más de 3.000 instituciones científicas.
El Dr. Barbacid ha recibido numerosos premios y distinciones entre los que cabe destacar su nombramiento como Miembro Extranjero de la Academia de Ciencias de los EE.UU., tan solo el quinto español que ha obtenido este prestigioso reconocimiento. En 2014 ha sido nombrado Fellow de la Academia de la Asociación Americana de Investigación en Cáncer (AACR), el primer español, junto con José Baselga, en recibir esta distinción. También es miembro de EMBO (1996), de la Academia Europea (2004) y de la European Academy of Cancer Sciences (2009).
Además, ha recibido el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (1995), por la Universidad de Cantabria (2011) y por la Universidad de Barcelona (2014). Es también Miembro de Honor de la Real Academia Nacional de Farmacia y ha recibido la Gran Cruz del Dos de Mayo, la más alta distinción que otorga la Comunidad de Madrid.
Entre los premios internacionales destacan la Medalla de Honor de la Agencia Internacional del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (Francia, 2007), el premio Charles Rodolphe Brupbacher (Suiza 2005), el premio Ipsen de Plasticidad Neuronal (Viena, 1994), el Premio Joseph Steiner (Suiza, 1988) y el Rhodes Memorial Award de la Asociación Americana de Investigación en Cáncer (EE.UU. 1985). En 2011 recibió una Endowed Chair (Cátedra permanente) del AXA Research Fund (Paris).
Entre los premios nacionales caben destacar el Premio Rey Juan Carlos I (1984), el I Premio de Investigación Oncológica Ramiro Carregal (2012), Premio “V de Vida” de la Asociacion Española Contra el Cancer (2012), el Premio “Eladio Viñuela” de Investigación en Ciencias de la Vida (2013) y el I Premio de la ASEICA (2015).
Hasta el momento, el Dr. Barbacid ha publicado 289 trabajos cientificos que incluyen 212 articulos originales y 31 revisiones en revistas con índice de impacto así como 46 capitulos en libros especializados. Según Google Scholar sus publicaciones han sido citadas mas de 47.800 veces. En la actualidad, el índice h (Hirsch Factor) del Dr. Barbacid es de 104.
De la Oncología Molecular a las Terapias Personalizadas: Impacto en la práctica clínica.
Mariano Barbacid
Profesor AXA-CNIO de Oncología Molecular, Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, Madrid
En los 15 años que llevamos de siglo, hemos sido testigos de una serie de avances científicos en el conocimiento de los mecanismos moleculares implicados en la progresión tumoral que están empezando a tener una incidencia importante en la práctica clínica de las enfermedades neoplásicas. Por ejemplo, los fármacos aprobados por lae FDA y la EMEA durante estos años has sido en su gran mayoría moléculas selectivas contra dianas moleculares directamente implicadas en el desarrollo tumoral, como por ejemplo Transtuzumab (Herceptina) para ciertos tipos de tumores de mama, Imatinib (Gleevec) para la leucemia mielógena crónica o Erlotinib (Tarceva) para el cáncer de pulmón no microcítico portador de mutaciones en el receptor del EGF. Más recientemente, se han producido importantes avances en el tratamiento de ciertos tipos de tumores, sobre todo el melanoma metastásico, gracias al descubrimiento del papel de los “immune-checkpoints” en el control de la respuesta inmune durante el desarrollo tumoral. Estos descubrimeintos también han permitido una mejor estratificación de los tumores haciendo que los tratameintos sean cada vez más selectivos (personalizados?) y por consiguiente más eficaces.
Desgraciadamente, no toda la información generada en estos años ha podido aplicarse a obtener mejoras en el tratamiento del cáncer. Por ejemplo, durante este periodo hemos podido comprobar que los tumores tienen una gran plasticidad y pueden evolucionar rápidamente produciendo resistencias a los tratamientos selectivos anteriormente mencionados. Por ejemplo, pacientes tratados con Erlotinib o Imatinib desarrollan resistencias a los pocos meses debido a mutaciones en la propia diana contra la que actúan estos fármacos. Si bien algunas de estas mutaciones pueden ser a su vez tratadas con una nueva generación de fármacos, esto no es siempre posible. En otros casos, como sucede con los inhibidores de B-Raf, las resistencias no se deben a mutaciones en la diana si no a la activación de rutas de señalización alternativas, lo cual complica el tratamiento de estos tumores resistente ya que requieren el uso de combinaciones de fármacos que pueden presentar problemas por la acumulación de toxicidades.
Quizás el aspecto más preocupante de todos los avances que hemos experimentado con el mejor conocimiento de las enfermedades neoplásicas ha venido dado por el desarrollo de las técnicas de secuenciación masivas que nos están permitiendo conocer el genoma de miles de tumores. Estos estudios han revelado que los tumores, sobre todo los tumores sólidos, son mucho mas complejos de lo que hubiéramos podido imaginar. La media de la carga mutacional de un amplio espectro de tumores está alrededor de 3.000 mutaciones por tumor. Es evidente que no todas estas mutaciones participan directamente en el proceso tumoral. Aún así, el análisis bioinformático tanto de las mutaciones “missense” como otras alteraciones genéticas como amplificaciones, delecciones, reordenamientos etc. nos indican que la gran mayoría de los tumores tienen alteradas múltiples rutas de señalización así como otras funciones celulares básicas para nuestro organismo. Por lo tanto, el cáncer se nos esta presentando como una enfermedad multigénica cuya curación, más allá del “clásico” parámetro de supervivencia a 5 años con el que se miden hoy en día las “curaciones”, va a requerir intervenir y controlar un número importante de distintos procesos celulares Por ultimo, el análisis de tumores por secuenciación masiva también nos ha revelado que la gran mayoría de los cánceres no son una entidad única sino un conjunto de clones, que si bien comparten un número determinado de mutaciones y alteraciones, hay un porcentaje importante que solo existen en una parte del tumor, probablemente como consecuencia de una evolución divergente de distintos clones celulares dentro del mismo tumor. Ni que decir tiene que conocer que mutaciones son troncales (están en todo el tumor) y cuales han aparecido durante la progresión tumoral, incluida la metástasis, será esencial para decidir que estrategias terapéuticas hay que seguir en cada caso, pues es obvio que si bloqueamos dianas que solo estén mutadas en una parte del tumor, el efecto terapéutico tendrá un valor muy limitado.
En resumen, los últimos 15 años nos han proporcionado una información tremendamente valiosa acerca de los mecanismos moleculares responsables del desarrollo tumoral. Estos conocimientos han redundado en el desarrollo de terapias mas eficaces y menos tóxicas. Pero al mismo tiempo esta información nos ha hecho ver que el enemigo es mucho más complicado de lo que habíamos pensado. Por lo tanto, la conquista del cáncer, o al menos de aquellos tipos de cáncer que presentan peores índices de supervivencia (la mayoría de los tumores sólidos no hormonales) es un reto que no va ser fácil de resolver, al menos durante las próximas décadas.