Nuevas aplicaciones de un viejo producto natural: una nueva familia de potentes inhibidores del Factor de Crecimiento para Fibroblastos; aplicaciones terapéuticas

Alrededor de 1800 varios patólogos alemanes advirtieron que los tumores aparecían altamente vascularizados con mucha frecuencia, lo que parecía sugerir que esta intensa irrigación sanguínea debía estar relacionada, de alguna forma, con la patología del cáncer. No obstante estas observaciones sólo despertaron el interés de un número muy reducido de científicos, por lo que las investigaciones dirigidas a confirmar esta posible relación entre crecimiento tumoral y vascularización avanzaron muy lentamente a lo largo de casi dos siglos. Así, hasta 1968 no se consiguió demostrar que los tumores secretaban un factor soluble que inducía la formación de nuevos vasos por gemación de los ya existentes en el tejido en el que crecía el tumor. Tres años después, Folkman propuso que la neutralización de este factor podría constituir una nueva estrategia para tratar los tumores que requerían esta intensa irrigación sanguínea. Fueron necesarios todavía 15 años más para que el primer factor capaz de inducir la formación de nuevos vasos sanguíneos fuera purificado, aventura en la que nuestro grupo estuvo implicado. Por razones históricas el nombre de Factor de Crecimiento para Fibroblastos y las siglas FGF acabaron imponiéndose para designar a este factor. Cuatro años más tarde fue purificado otro nuevo factor que fue denominado Factor de Crecimiento de Células Endoteliales Vasculares, conocido por sus siglas en inglés como VEGF. Este último factor acaparó la atención de la mayoría de los investigadores interesados en inhibir la angiogénesis, por ser más específico que el FGF. Sin embargo los resultados clínicos del tratamiento del cáncer basados en la inhibición del VEGF han resultado muy decepcionantes, aparte de tener un coste prohibitivo para una enfermedad tan extendida. El FGF parece jugar un papel clave en la actividad del VEGF y en el fracaso de los tratamientos antitumorales basados en la inhibición de éste último. En consecuencia, la evaluación terapéutica de una alternativa como es la inhibición del FGF está llena de sentido. La inhibición del FGF podría constituir, además, una actuación terapéutica eficaz para tratar otras numerosas enfermedades asociadas con la acumulación de niveles no fisiológicos de FGF libre. Nuestro grupo ha ido descubriendo un elevado número de inhibidores del FGF a lo largo de estos últimos quince años. La búsqueda de inhibidores de eficacia máxima y toxicidad mínima nos llevó a descubrir que al ácido gentísico, un compuesto presente en los extractos de genciana, que tan frecuentemente se han usado en la medicina popular tradicional y en numerosos licores, era un inhibidor potente del FGF. El ácido gentísico ha resultado ser cabeza de serie de toda una familia de compuestos en la que pudieron identificarse inhibidores aún mejores. Uno de ellos, del que existen datos exhaustivos de su práctica inocuidad en el hombre y cuyo uso médico está aprobado para otras indicaciones, permitió valorar la viabilidad clínica de la inhibición del FGF como blanco terapéutico para tratar enfermedades asociadas con la acumulación en los tejidos de niveles no fisiológicos de éste factor de crecimiento en estado libre. Nuestros resultados constituyen probablemente la primera prueba de concepto de que la inhibición de la angiogénesis es una estrategia terapéutica viable.

INTERVENCIONES

Guillermo Giménez Gallego