Antonio Rodríguez Artalejo se licenció en Medicina con premio extraordinario en 1983 por la Universidad Autónoma de Madrid, doctorándose por la misma universidad (Departamento de Farmacología y Terapéutica) en 1986. Ha realizado estancias postdoctorales en el Departamento de Fisiología, Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Valladolid, Departamento de Biofísica de Membranas de la Max Planck Society de Göttingen (Alemania), Departamento de Neurociencia de la Universidad de Turín (Italia) y Departamento de Fisiología de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Profesor titular de Farmacología en las Universidades de Lleida y Autónoma de Madrid, desde el año 2000 es catedrático de Farmacología en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Director del Departamento de Toxicología y Farmacología (2016-2017) y de la Sección Departamental de Farmacología y Toxicología (2018-2019). Académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia (2004). Dirige un grupo de investigación cuyas líneas de trabajo se centran en la farmacología de canales iónicos y de la neurosecreción y en la identificación de nuevas dianas farmacológicas para el tratamiento del dolor neuropático. En calidad de investigador principal ha disfrutado de ayudas de investigación de la Generalitat de Catalunya, Ministerio de Educación y Ciencia, Ciencia y Tecnología, Ciencia e Innovación y Economía y Competitividad, y de la Comunidad de Madrid. Ha sido Coordinador Adjunto del Área de Fisiología y Farmacología de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) y forma o ha formado parte de diversos comités de evaluación de contratos, proyectos y actividad investigadora nacionales (Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, ANEP, Gobierno Vasco, Fundación ICREA, Xunta de Galicia, Junta de Andalucía, Comunidad de Madrid, Agencia de Acreditación en Investigación, Desarrollo e Innovación Tecnológica (AIDIT), Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), Programa de Fomento de la competitividad en la Industria Farmacéutica (PROFARMA), …) y extranjeros (Austrian Science Fund (FWF), Israel Science Foundation, Czech Science Foundation, Ministerio della Salute (Italia) y FONDECYT (Chile). Así mismo, es miembro del comité editorial de las revistas Frontiers in Pharmacology y Pflügers Archiv-European Journal of Physiology.
El dolor: un problema de sexo y de género
Si cada ser humano es único, todos los seres humanos somos diferentes. También los hombres somos diferentes de las mujeres. Porque cada ser humano es distinto y porque el sexo y el género marcan una diferencia. También en lo que al estado de salud (o de enfermedad) y a sus determinantes se refiere. La salud es el resultado de la actuación de la mayoría de los factores que influyen o determinan la existencia humana y, a su vez, una condición para que esa existencia sea buena. El dolor es el principal motivo de consulta médica y por ello un buen indicador del estado de salud. Hombres y mujeres mostramos diferencias en relación al dolor, pues lo experimentamos con distinta frecuencia e intensidad y también nos relacionamos con él de manera diferente. La mejor atención clínica es la que toma en consideración también las diferencia de sexo y género, y se basa en resultados de la investigación de los determinantes de esas diferencias que, a su vez, contribuyen a la elevada variabilidad interindividual del dolor y, posiblemente explican parte del fracaso cosechado en la últimas décadas en el desarrollo de nuevos fármacos analgésicos. No obstante, la perspectiva de género en el abordaje del dolor ha de encuadrarse en una perspectiva biopsicosocial más amplia, que abarque todos los aspectos del dolor como síntoma y como enfermedad, que aborde el estudio de las interacciones entre ellos y se traduzca en una aproximación holística al paciente. Porque todo los seres humanos son diferentes, cada dolor es diferente. En una época en la que esperamos que la medicina biológica de precisión ayude también a tratar el dolor, no debemos olvidar que toda medicina debe de ser personalizada, es decir, dirigida a la persona.