Toma de Posesión de Académico de Número de Mª José Alonso
Vivimos en un mundo cambiante, un mundo que en las últimas décadas ha experimentado cambios espectaculares gracias a la investigación y la innovación, pero también un mundo en el que los avances científicos no llegan a los más necesitados. Hace diez años la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentó los Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre los que ocupaban un lugar preponderante los relacionados con la salud global, y en particularlos que afectan a mujeres y niños. En dichodocumento, se insiste en la necesidad de atender las denominadas “enfermedades olvidadas”, infecciones parasitarias, bacterianas y víricas, que afectan a los sectores más desfavorecidos. Igualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de sus informes sobre salud global, insiste año tras año en la urgente necesidad de tomar medidas para resolver esta gran y creciente brecha en salud global. El diagnóstico es claro: la ciencia y la innovación no han ido orientadas a resolver los problemas de los países más pobres, sino a mejorar la salud de los más privilegiados. Este diagnóstico debería constituir una alerta, para la sociedad en general y, de forma especial, para nuestros científicos y responsables de políticas científicas, sobre la magnitud de este problema que afecta a una gran parte de la población mundial. Todos somos responsables de este problema mundial y hemos de abordarlo, de una vez por todas, adoptando las estrategias más adecuadas. Éstas son estrategias a largo plazo que requieren no sólo de un importante esfuerzo investigador, sino también de nuevos modelos de innovación y de traslación de los resultados de la investigación. En este contexto, las nuevas tecnologías, y en particular las nanotecnologías de liberación de fármacos y vacunas, juegan un papel especialmente relevante. Es previsible que estas tecnologías contribuyan de manera decisiva al desarrollo de nuevos medicamentos y vacunas destinadas a combatir las enfermedades olvidadas. Pero además, estas tecnologías permitirán mejorar el acceso de las vacunas existentes a las poblaciones más remotas y deprimidas. Este acceso se verá facilitado si se consigue desarrollar vacunas estables, vacunas monodosis y vacunas que no requieren inyección. Esta línea de acción ha sido promovida por la OMS y también por la Fundación Gates a través de su programa “grandes retos en salud global”. Cuando hablamos de salud global la traslación del conocimiento generado a través de la investigación y el modelo de innovación adquieren una dimensión trascendental. Para que los desarrollos científicos y tecnológicos tengan las consecuencias esperadas es imprescindible la concurrencia de diferentes actores (academia, empresa, administración, y organizaciones sin ánimo de lucro) desde el origen de la iniciativa. Esta concurrencia está empezando a surgir, motivada en gran medida por organismos públicos y privados, sin ánimo de lucro. Sin embargo, para lograr el progreso esperado, es imprescindible una mayor participación de los gobiernos en la promoción y coordinación de esta actividad. En un momento de crisis económica global, parece más necesario que nunca, y no sólo desde la perspectiva ética sino también económica, llevar a cabo estrategias de optimización de recursos y abordar los problemas de desarrollo global. Este desarrollo no tendrá lugar sin una consideración especial a la salud global.
INTERVENCIONES
(Pulse en el enlace para ver el vídeo de la intervención en www.ranf.tv)