Virus A/H1N1 (2009)

Entre 1930 y 1990 los virus del subtipo A/H1N1 de la gripe o influenza que circularon en cerdos sufrieron pocos cambios. Pero desde finales de la década de 1990 han surgido virus A/H1N1 que contienen segmentos del genoma de virus de origen aviar (aproximadamente 1/3 procedentes de América del Norte), porcino (otro 1/3 de la misma procedencia), estando el 1/3 restante integrado por los de origen humano y porcino de procedencia euroasiática. Hasta marzo de 2009, la transmisión de este virus entre seres humanos ha sido escasamente mencionada, verosímilmente por ser muy limitada. Sin embargo, desde esa fecha, en que se dio a conocer en Méjico y enseguida en EE. UU. la aparición de una forma de gripe de características inhabituales, su expansión por numerosos países de varios continentes ha sido muy rápida, a pesar de haberse tomado internacionalmente algunas medidas para reducirla. [El 28 de mayo de 2009 se contabilizaron 13.398 casos confirmados en 48 países, con 95 muertes; y el 3 de junio eran más de 17.000 los afectados en 64 países, con 180 en España, acercándose al nivel de alerta pandémica (fase 6)]. Presentando hasta ahora leve patogenicidad, comparable con la de la gripe estacional, existe fundado temor a que pueda originar cepas más peligrosas ya sea por mutación, o por reagrupamiento génico con el virus A/H1N1 causante de la gripe estacional, o con otros virus como los A/H5N1 propios de la gripe aviar. De este modo se originarían las temidas segundas o terceras oleadas de otras pandemias. Afortunadamente, algunas de las medidas tomadas en los últimos años para prevenir o combatir la esperada pandemia que originaría el mencionado virus A/H5N1 aviar están siendo útiles en la presente ocasión. Así, los fármacos antivirales oseltamivir (Tamiflu) y zanamivir (Relenza), que inhiben la acción de la enzima vírica neuraminidasa (=sialidasa), son eficaces frente a este A/H1N1 de procedencia porcina, aunque el riesgo de que se originen cepas resistentes (como ya sucede en la gripe estacional respecto al oseltamivir) aconseja ser muy cautos en la dispensación de dichos dos medicamentos. Asimismo, la elaboración de vacunas (probablemente con virus vivos atenuados) por técnicas similares a las tradicionales, intentando que éstas sean algo más rápidas, es la táctica prevista y recomendada actualmente por la OMS, aunque debe realizarse sin perjuicio de la preparación de las vacunas destinadas a la gripe estacional. La posibilidad de emplear técnicas más avanzadas (mediante cultivos celulares, vacunas recombinantes, etc.) es una interesante meta, pero no aplicable aún en la actual situación como forma general. Por otro lado, el uso de agentes como las estatinas, que actúan regulando la alteración funcional provocada ocasionalmente por algunas citocinas en enfermedades como la gripe, se considera como una posible terapia complementaria (o incluso sustitutoria) en el caso de una pandemia, dado su bajo coste. También puede ser muy útil en el futuro disponer de agentes que influyan sobre proteínas como la no estructural NS1, o sobre las de la matriz de la envoltura vírica, como la M2. Finalmente, resulta prometedora la utilización de adecuados anticuerpos frente algún componente vírico. Por tanto, los esfuerzos investigadores venideros se dirigen a hallar agentes que bloqueen cualquiera de las varias etapas del ciclo biológico del virus. Lógicamente, no hay que descuidar las medidas preventivas, pero sin incurrir en exceso de alarmismo.

Intervenciones

José A. Cabezas Fernández del Campo