En mi opinión, el cierre de las oficinas de farmacia tiene una especial importancia ya que supone una limitación al acceso de los pacientes a su medicación, obligándoles incluso a realizar recorridos más largos hasta encontrar una farmacia abierta, con el consiguiente incremento en el riesgo de contagio. Y es que resulta crítico que los medicamentos lleguen a tiempo y sin limitaciones no sólo a los pacientes afectados por el coronavirus COVID-19, sino al resto de pacientes afectados por otras patologías, muchas de ellas crónicas o de especial gravedad.
La importancia del acceso a los medicamentos en estas circunstancias, y mi experiencia como farmacéutico de la industria durante más de treinta años, es lo que me ha llevado a escribir estas impresiones a través de las cuales quiero informar (que no reivindicar) sobre la inmensa labor que está realizando la industria farmacéutica y que pasa desapercibida para la mayoría de los ciudadanos. Es más, me atrevería a decir que pasa desapercibida ‘afortunadamente’ porque, de lo contrario, sería consecuencia de un mal funcionamiento de la producción o de la distribución con consecuencias tan negativas como las del cierre de oficinas de farmacia.
Aunque sólo dispongo de datos directos del laboratorio en el que desarrollo mi actividad profesional, estoy seguro de que el resto de laboratorios están realizando tareas muy parecidas a las nuestras y que se pueden clasificar en cuatro grandes grupos:
Actividades a corto plazo
Producción y distribución. Nuestras fábricas están trabajando a pleno rendimiento (24/7) para cubrir las necesidades de medicamentos para el aparato respiratorio, no sólo nacionales sino también internacionales, al tratarse de centros de producción estratégica, sin dejar de producir medicamentos absolutamente imprescindibles para otras patologías que no han desaparecido en absoluto. Obviamente, esta labor no estaría completa si nuestros compañeros de distribución no trabajasen para asegurar que las unidades producidas lleguen lo más rápidamente posible.
Actividades regulatorias. Con la dificultad añadida que implica el denominado ‘teletrabajo’, se está en permanente contacto con las autoridades sanitarias nacionales (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social) y regionales para atender a sus requerimientos y allanar el camino administrativo a los medicamentos. Afortunadamente, las aplicaciones informáticas permiten que estas tareas no se hayan visto interrumpidas por el confinamiento.
Actividades a medio plazo
Investigación y desarrollo de medicamentos. La estrategia general elegida inicialmente ha sido la de investigar la eficacia de medicamentos ya en uso para otras indicaciones, ampliándolas frente a los efectos patológicos del coronavirus puesto que, de las tres características que debe tener un medicamento -calidad, seguridad y eficacia– las dos primeras ya son conocidas, lo que acorta los tiempos para la obtención de resultados.
Sin embargo, no se está descuidando la investigación de nuevos medicamentos, como anticuerpos monoclonales u otros, esperando que algunos candidatos entren en fase II de desarrollo clínico en un plazo de 3 a 5 meses.
Participación en ensayos clínicos para estos medicamentos. De nuevo, se trata de una tarea que se está realizando en remoto, en estrecha colaboración con los profesionales sanitarios de los centros hospitalarios. Hay que indicar que las autoridades sanitarias están facilitando estos trabajos simplificando los requisitos burocráticos en la medida de lo posible, pero sin perder en ningún caso el control sobre la seguridad con la que deben llevarse a cabo y sobre las buenas prácticas clínicas.
Actividades a largo plazo
Investigación y desarrollo de vacunas. Su inclusión en este apartado de largo plazo responde al hecho de trabajar con una entidad biológica absolutamente nueva, sin disponer de información previa como en el caso de medicamentos ya en uso.
Sin embargo, es destacable el hecho de que en nuestro laboratorio tenemos una larga experiencia en el desarrollo y uso de adyuvantes para vacunas, como complemento para mejorar la respuesta inmune del organismo. Por ello se han establecido acuerdos y alianzas con diferentes organismos, universidades, compañías biotecnológicas y otras entidades a las que se les proporciona nuestra tecnología adyuvante.
Hay que tener en cuenta, además, que los adyuvantes pueden ayudar a obtener más dosis unitarias de vacunas lo que, sin duda, será crítico en un previsible plan de vacunación universal tan pronto como estén disponibles.
Otras investigaciones a largo plazo. En este apartado se incluye la participación en ensayos clínicos para vacunas utilizando la misma tecnología informática que en los ensayos clínicos descritos anteriormente, y el desarrollo de nuevas entidades químicas y biotecnológicas.
Otras actividades
Además de lo descrito en los apartados anteriores, no hay que olvidar las donaciones de material sanitario y las donaciones económicas, tanto institucionales como particulares, con varios fines como la gestión sanitaria en todas aquellas zonas donde las necesidades son más acuciantes.
Conclusión
La simple enumeración de las actividades que está llevando la industria farmacéutica en las actuales circunstancias permite descubrir una nueva dimensión de nuestra profesión farmacéutica hasta ahora desconocida. Son populares las críticas a las que la industria farmacéutica se ve sometida en condiciones normales (y que muy probablemente volverán cuando se retorne a la normalidad) pero no van a interrumpir ninguna de las acciones emprendidas por tener siempre presente a los pacientes que, en última instancia, son los destinatarios finales.
Fernando Ferrándiz Vindel
Académico correspondiente (electo) de la RANF