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Mi vida profesional ha estado muy influida por muchos traslados a distintas
residencias, oposiciones y un arrancar continuo tanto en la docencia como
en la investigación. He montado desde cero tres laboratorios de
investigación en distintas facultades. Podría decirse que he sido un
valenciano errante, aunque de valenciano solo tengo los primeros doce años
de mi vida. La mitad de ella la he pasado en Valladolid y como se suele
decir “se es de donde se pace”. Cuando obtuve la recién creada cátedra de
Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias de la
Universidad de Valladolid, allá por 1986, pensaba que era para unos pocos
años antes de dar el salto a Madrid, donde residían mi familia y la de mi
esposa. En 2007 cambié de área de conocimiento al área de Nutrición y
Bromatología de la Facultad de Medicina y siempre he tenido la esperanza
de que algún día podría incorporarme a alguna de las universidades
madrileñas.

Durante todo este tiempo he contado en mi trabajo con la inestimable
ayuda de mi esposa Pilar, así como de discípulos, colegas de otras
disciplinas químicas y físicas, y amigos sin cuyo trato enriquecedor muchas
veces hubiese renunciado a la dura labor que supone la dedicación
simultánea a la docencia y a la investigación, como ustedes saben muy
bien, y más en universidades de provincias. Cuando me incorporé a la
Universidad de Valladolid, en relación con temas biológicos, solo estaban
la Facultad de Medicina y la Escuela de Enfermería.

Quiero rendir reconocimiento hoy aquí al Dr. David Vázquez Martínez,
Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), desaparecido prematuramente en 1986 por una grave
enfermedad, quien me orientó hacia el estudio de la biosíntesis de
proteínas, tema este que ha ocupado prácticamente toda mi vida científica,
de una u otra forma, y agradecerle la oportunidad única e inestimable que
me brindó allá por 1973 de entrar en su laboratorio del Instituto de
Bioquímica de Macromoléculas del Centro de Biología Celular
perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Agradezco también al Dr. Juan Modolell Mainóu, por entonces
Investigador Científico del CSIC, su acogimiento y su dirección en mi
etapa predoctoral. Destaco en él sus conocimientos, su generosidad en las
explicaciones para conmigo y su rigor científico, así como su ejemplo de
dedicación absoluta a la investigación, a pesar de que podría haber
destacado también en cualquier otra actividad. Biólogo y después químico
sabe conjugar de manera magistral todos los aspectos de la Biología. A

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