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Antonio González Bueno
el resto de las instituciones, estuvo sometida a un férreo control burocrático y a una drástica
reforma en sus estatutos, limitadora de su capacidad de actuación; son años de dificultades para
la institución, en la que sus actividades se mantienen con precariedad, y con el decisivo apoyo
económico de figuras públicas, como el duque de Alba. El advenimiento de la Segunda
República, en 1931, habría de dar nuevos bríos a una Junta prácticamente inane; cual ave fénix,
la JAE relanzó su actividad y, en especial desde 1932, sus cursos, becas y reformas institucionales
conocen un auge espectacular209.
El pronunciamiento militar de julio de 1936, desencadenante de tantas frustraciones, de
tanto dolor y de tantos llantos, supuso el final de la JAE. Los centros y organismos dependientes
de la JAE subsistieron, con muchas limitaciones, durante el período bélico. Buena parte de los
integrantes de la JAE, en especial sus dirigentes, se empeñaron en continuar divulgando la
Ciencia, y sus investigaciones, a través de una fugaz ‘Casa de la Cultura’, creada por el Gobierno
de la República en Valencia210. Un decreto de diciembre de 1937 disolvía definitivamente la JAE;
sus edificios, y en parte su personal, el afín al grupo vencedor, serían empleados como elementos
constitutivos de una nueva institución, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
fundado en noviembre de 1939211, heredero de los inmuebles y de la actividad investigadora de
la JAE, pero no de su inspiración ni de su filosofía.
La Estación de Biología Alpina de Guadarrama
Bajo la financiación de la JAE se construyó, en la Sierra de Guadarrama (Madrid), a 1.300
metros de altitud, una ‘Estación Biológica Alpina’, diseñada con el doble fin de servir como
refugio para quienes trabajaran en tareas de recolección y como espacio docente. La Estación fue
levantada entre 1910 y 1911; este último año se impartió un primer curso sobre la Historia
Natural de la Sierra de Guadarrama, a cargo de quien sería su director, Francisco de las Barras
Aragón212.
Ante la falta de receptividad de la dirección del Real Jardín frente a las propuestas de nuevas
líneas de trabajo gestadas por la JAE, las instalaciones de la Estación de Biología Alpina se
convirtieron en sede de las nuevas investigaciones promovidas por la Junta; el propio Francisco
de las Barras Aragón dirigía, el 31 de julio de 1911, un oficio al presidente de la JAE, en el que
solicitaba la construcción, con carácter permanente, de la ‘Sala y Laboratorio de Botánica General
209. Para una reconstrucción histórica de la vida institucional de la JAE, cf. Enrique Trillas et als. (1987); Francisco
J. Laporta et als. (1987); Teresa Rodríguez de Lecea (1987); José Manuel Sánchez Ron (2007) y las compilaciones
realizadas por José Manuel Sánchez Ron (1988), José Manuel Sánchez Ron et als. (2007) y José Manuel Sánchez Ron,
José García Velasco (2010).
210. Una situación bien analizada, entre otros, por Manuel Aznar Soler (1986; 2007; 2018) y Josep Lluis Barona,
Josep Bernabeu Mestre (2007a; 2007b).
211. “Los bienes de todas clases pertenecientes a la disuelta Junta para Ampliación de Estudios y a la Fundación de
Investigaciones Científicas, pasarán al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que asume las obligaciones antes
encomendadas a aquellos organismos, continuando el mismo régimen económico establecido”. Artículo 10 de la Ley de
24/11/1939, de creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (BOE 28/11/1939).
212. Cf. Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1910-1911: 155-156. Madrid, 1912.
Sobre la actividad botánica desarrollada en la Estación de Biología Alpina nos queda el testimonio de Ignacio Bolívar
Urrutia (1915: 55-56).
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