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Howell, 1936). Entre 1941 y 1952 se detectaron las aglutininas víricas y se
investigaron las interacciones entre distintas lectinas y los grupos sanguíneos.

En 1954 Boyd introdujo el término lectina (Boyd, 1954), y desde entonces el
estudio de este tipo de proteínas adquirió una gran importancia en distintos
campos de la Biología. Un hito importante desde el punto de vista
experimental fue la introducción de la cromatografía de afinidad para el
aislamiento de lectinas de todo tipo, la determinación de la secuencia de
aminoácidos, su estructura tridimensional y la detección de la actividad
insecticida de algunas lectinas y, más recientemente, el aislamiento de
lectinas de tumores.

Desde el punto de vista de las técnicas instrumentales, en los últimos 25 años
se han realizado enormes avances que han permitido por ejemplo el análisis
ultraestructural de complejos lectina-ligando por resonancia magnética
nuclear en 1995 y la profundización en el estudio de la selección diferencial
de confórmeros por lectinas de plantas, animales y hongos. En estos estudios
han destacado los laboratorios de Hans-Joachim Gabius en el Instituto de
Química Fisiológica de la Universidad de Munich, Alemania y de Irvin
Goldstein en el Departamento de Química Biológica de la Universidad de
Michigan en Ann Arbor, E.E.U.U., con el que tuve el honor de publicar en
1997 una nueva lectina tetramérica de corteza de Sambucus nigra que resultó
ser específica de ácido siálico.

La denominada por los especialistas “lectinología” es una especialidad muy
amplia y novedosa. Una búsqueda actual en la base de datos Web of Science
con la palabra clave “lectin” rinde más de 75.000 trabajos recogidos desde
1954 que abarcan todos los aspectos sobre estas importantes proteínas y en
un crecimiento exponencial.

El papel de las lectinas en el reconocimiento celular viene definido por dos
aspectos, especificidad y afinidad, ambos extraordinariamente regulados y
que en conjunto determinan la actividad y función biológica de las lectinas.

De acuerdo con Gabius se pueden definir seis niveles de regulación de la
afinidad de las lectinas por los glicanos, de complejidad creciente (Gabius,
2011). El primero estaría en la interacción de la lectina con mono y
disacáridos. El segundo estaría en la interacción de la lectina con los
oligosacáridos incluyendo ramificaciones y substituciones. El tercer nivel
estaría relacionado con la forma del oligosacárido y su flexibilidad
conformacional. El cuarto nivel se relacionaría con los parámetros espaciales
que tiene que ver con el efecto agregado de las cadenas de glicano. El quinto
nivel estaría relacionado con el efecto agregado de cadenas de glicano

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