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Plantas, espacios y públicos. El desarrollo de la Botánica en la España peninsular entre 1833 y 1936
redacción de este catálogo, publicándolo por grupos, á medida que se considerara
suficientemente completo el de cada uno…”256
Nace así una nueva comisión dentro de la Española, la ‘Comisión de catálogos’, cuya
composición y objetivos serían pergeñados meses después257. El proyecto reviste especial interés
por cuanto, por vez primera desde su fundación, sus objetivos se amplían más allá de la
publicación de una revista científica y se esboza un proyecto de trabajo común, latente en el seno
de la Sociedad pero hasta ahora no explicitado, al que se dota de una metodología uniforme de
trabajo258. Lamentablemente los resultados obtenidos por esta Comisión, si es que los hubo, no
fueron dados a la imprenta.
Con el cambio del siglo, los intereses de los botánicos españoles comienzan a desplazarse
hacia otros ámbitos: la fisiología, los estudios geobotánicos y los trabajos de laboratorio coparán
el interés que antes producían los trabajos florísticos; si bien las aportaciones a la flora vascular
española siguieron produciéndose, casi siempre de escasa extensión y publicadas en los
volúmenes de Actas, en ocasiones de mayor interés científico que algunas de las contribuciones
que ocuparon gran espacio en las Memorias o en los Anales, piénsese en los trabajos de Carlos Pau.
El plantel de los botánicos que comunican sus notas queda constituido por el propio Carlos Pau,
Blas Lázaro y Francisco de las Barras Aragón, al que se agregan, poco antes de finalizar el XIX,
Marcelo Rivas Mateos y Baltasar Merino, entre otros; sus catálogos siguen recordando el mismo
modelo de los primeros volúmenes, ahora realizados por otra generación, pero dentro de la
misma concepción teórica, siempre con cierto carácter local.
En las primeras décadas del XX, sin perderse la tendencia a la elaboración de catálogos locales,
se asiste a un progresivo interés hacia el descubrimiento de nuevos territorios, los del Marruecos
español principalmente, las razones las comentaremos más adelante; los esfuerzos de Pius Font
i Quer sobre la flora mediterránea sensu lato, los de Carlos Pau y los de una nueva generación de
botánicos iniciados en estos estudios antes de la Guerra Civil (Arturo Caballero, Apolinar
256. Cf. Actas de la Sociedad Española de Historia Natural 29: 86-87. Madrid, 1900. Tras una breve discusión, en la que
tomaron parte el padre Navás, Ignacio Bolívar y Gabriel Puig Larraz, a la sazón presidente de la Sociedad, quien “…
invitó al Sr. Bolívar para que indicara los individuos que habían de constituir la comisión, ya que la Sociedad había
aceptado dicha proposición, y como éste propusiera á los señores Martínez y Sáez, Lázaro y Calderón, además de los
señores P. Navás y M. Escalera que habían tomado parte en la discusión, el P. Navás se excusó por no residir en Madrid
y serle difícil asistir á las sesiones, quedaron nombrados los señores restantes, con más el Sr. Bolívar á propuesta del
Presidente” (Actas de la Sociedad Española de Historia Natural 29: 88. Madrid, 1900).
257. “Dicha Comisión, además de servir de intermediaria entre los socios (…) tendrá el encargo de reunir, ordenar
y conservar en el local de la Sociedad, las papeletas que redacten y entreguen aquéllos, facilitándoles papeletas en blanco
de un modelo uniforme para la realización de sus trabajos, resolviendo además las consultas que reciba respecto al modo
y manera de realizarlos (…) Los datos que se podrían reunir son: / 1º. Los relativos á las especies orgánicas é inorgánicas
que existen en la Península ibérica é islas Baleares (…) con objeto de formar el catálogo de los seres que pueblan nuestro
suelo (…) / 2º. Los datos que se refieran á la bibliografía científica española para publicar en su día una enumeración
bibliográfica histórico-natural (…) / 3º. Los apuntes ó noticias biográficas sobre naturalistas y retratos de los mismos. /
4º. Sobre nombres vulgares y científicos para la formación de un diccionario español de historia natural. / 5º y último.
Se formará una colección de dibujos que representen las especies españolas y que estará á cargo de uno de los individuos
de la Comisión…” (Actas de la Sociedad Española de Historia Natural 29: 178-183. Madrid, 1900).
258. “[La Comisión] ha estudiado y hecho imprimir las papeletas que deben repartirse entre los socios que lo
soliciten para que consignen en ellas los datos referentes á la fauna, flora y gea de las regiones que conozcan ó en que
habiten, y puedan devolverlas después á la Sociedad como materiales para tan importante obra. El Sr. Lázaro é Ibiza
completó aquel trabajo dando en la sesión del 5 de Julio [de 1901] reglas precisas para que se utilicen con provecho y
economía dichas papeletas…” (Calderón Arana, Blanco Juste, 1902: 34).
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