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Antonio González Bueno

tratado clásico, Pflanzensoziologie… (Braun-Blanquet, 1928) 298. Su difusión en nuestro país se
vio favorecida por la excursión de la SIGMA (Station Internationale Géobotanique Mediterrenéenne et
Alpine) a Cataluña, organizada por Pius Font i Quer y Josep Cuatrecasas, en abril de 1934, que
atrajo a los más importantes fitosociólogos del momento y que supuso un hito trascendental
para la difusión, en España, de la metodología fitosociológica aplicada al estudio de la vegetación
(Izco Sevillano, 1981; Loidi, 2017)299.

    Desde la propia Junta para Ampliación de Estudios se potenció este nuevo enfoque ecológico
de la naturaleza al fundar, en 1933, adscrita al Museo de Ciencias Naturales, una sección de
Ecología, dirigida por Luis Crespí; en este puesto permaneció, compartiendo su tiempo con la
enseñanza en el Instituto-Escuela –y desde octubre de 1936, también en el Instituto ‘Beatriz
Galindo’- hasta el final de la Guerra Civil.

   DIFUSIÓN Y CIENCIA: EXCURSIONISMO Y MOVIMIENTOS
                               CONSERVACIONISTAS

    La Botánica no fue ciencia ajena al gran público durante las primeras décadas del XX. La
interacción entre ciencia y sociedad, tan querida por las mentes de la Institución Libre de
Enseñanza, habría de cobrar plena forma en el desarrollo de las sociedades excursionistas y en la
definitiva penetración del pensamiento conservacionista entre un amplio espectro de la sociedad
española300; en ambos casos los conocimientos botánicos tienen un protagonismo especial,
aunque –al menos durante los años en que nos ocupamos– la primacía en este ámbito sea ejercida
por los geólogos.

    Son bien conocidas las iniciativas políticas que llevaron a Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa
de Asturias (1870-1941), a defender, desde su asiento en el Senado, la promulgación de la
primera Ley de Parques Nacionales española, nacida en 1916; en su desarrollo, apenas dos años
después, se protegieron la Montaña de Covadonga, en Picos de Europa, y el Valle de Ordesa, en
el Pirineo; una elección en la que la espectacularidad del paisaje se une a un cierto carácter
simbólico de los lugares protegidos (García Álvarez, 2013).

    Tras la llegada de la República, en 1931, se refuerzan las iniciativas conservacionistas; son
ejemplos señeros las propuestas de defensa de la madrileña Casa de Campo como una zona de
reserva de especies naturales, o la protección del palmeral de Elche; la primera a instancias del
Museo de Ciencias Nacionales, el Jardín Botánico de Madrid y la Sociedad Española de Historia

     298. En torno a la figura de Josias Braun-Blanquet [Josias Braun], y a su metodología, han escrito Walo Koch, W.
C. De Leeuw, Reinhold Tüxen (1954); J. Le Brun (1975); Eddy van der Maarel (1975); Victor Westhoff, Eddy van
der Maarel (1978); Sandro Alessandro Pignatti (1981); Oriol de Bolòs i Capdevila (1982; 1985; 1994) y Franco
Predoti (1982).

     299. Su metodología era bien conocida con anterioridad en nuestro país, cf. Pius Font i Quer (1924b).
     300. Incluso en la enseñanza de las Ciencias Naturales donde Cristina Jiménez Artacho, Joaquín Fernández Pérez
y José Fonfría (2004) han señalado un ‘enfoque ambientalista’ vinculado a institucionistas como Odón de Buen.

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