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Antonio González Bueno

        “Nuestra ciudad y Cataluña entera, cuyos hijos han demostrado siempre cierta
        predilección por las Ciencias naturales, están de enhorabuena y contarán en lo sucesivo
        con un poderosísimo auxiliar (…) las Ciencias naturales, como todas las demás, necesitan
        de centros docentes que sirvan de núcleos de atracción y expansión para el conocimiento
        teórico en las aulas y práctico en los laboratorios, y sin esto, todos los trabajos resultan
        poco menos que estériles, muriendo con el individuo las iniciativas privadas; buena
        prueba la tenemos en lo que aquí ha pasado; han habido buenos botánicos (…) que al
        desaparecer dejaron pocos alumnos que no han podido formar escuela, sin que haya
        valido la enseñanza de las pocas clases generales existentes que, por abarcar demasiado,
        no permitieron á los dignos profesores que las han desempeñado sacar gran provecho
        (…) En la Universidad hacía una porción de años que se trabajaba para que el
        establecimiento de esta Facultad fuera un hecho, sin conseguir nada hasta que, por fin,
        gracias á los esfuerzos de los Dres. Giner de los Ríos, O. de Buen y Rector de la
        Universidad [Joaquim Bonet i Amigó, barón de Bonet], intensamente secundados por
        D. Ignacio Bolívar, á cuyos esfuerzos é iniciativas se debe gran parte del programa actual
        en España de las Ciencias naturales…” (Bofill, 1910: 109-110).
     Arturo Caballero y Segares accedió a la primera Cátedra de ‘Fitogeografía y Geografía
botánica‘ de la Universidad de Barcelona en junio de 1913; venía de prestar servicio en el Jardín
Botánico de Madrid, y a él volverá en 1922, para ocuparse de la Cátedra homónima, vacante en
la Universidad Central; durante su estancia en la Universidad de Barcelona asimiló a la suya
propia la de ‘Organografía y Fisiología vegetal’.
    Tras la partida de Arturo Caballero a la Universidad de Madrid, la Cátedra de ‘Fitografía y
Geografía botánica’ fue desempeñada, como profesor encargado, por Benito Fernández Riofrío
(1896-1942), quien había trabajado como auxiliar temporal de Arturo Caballero; entró en
propiedad de la plaza en abril de 1930, tras superar la correspondiente oposición; también se
hizo cargo de la Cátedra acumulada de ‘Organografía y Fisiología vegetal’; permaneció en la
Universidad de Barcelona tras la Guerra Civil112.

La Botánica en las Facultades de Farmacia

    Ya en 1836, dentro del proyecto de reformas educativas emprendido por Ángel de Saavedra
y Ramírez de Baquedano (1791-1865), III duque de Rivas, se planteó la necesidad de que las
enseñanzas de Farmacia tuvieran, como las de Jurisprudencia, Teología o Medicina, la
consideración de Facultades universitarias. La propuesta del duque de Rivas no tuvo el refrendo
de las Cortes, pero plasmaba una necesidad que no tardaría en ser solventada.

    En el curso 1844/45, junto con la apertura en la Universidad Central de las Facultades de
Derecho y Filosofía y Letras, se integraban en ella los estudios que, hasta entonces, impartían en
Madrid el Real Colegio de Farmacia de San Fernando y el Real Colegio de Medicina y Cirugía
de San Carlos, creándose, inicialmente, una Facultad de Medicina y Farmacia, que acabó
fracturándose en 1845113.

     112. Datos biográficos sobre Benito Fernández Riofrío en Prudenci Seró (1949); unas notas generales sobre la
evolución de los estudios de las Ciencias Naturales en la Universidad de Barcelona, en Josep Pons i Rosell (1990).

     113. En lo que atañe a la Universidad Central, cf. María Carmona de los Santos (1996) e Isabel Palomera, Carlos
J. Flores (2013). Una visión general en Mariano Peset, José Luis Peset (1974; 1992). Sobre las enseñanzas de Farmacia
en la España decimonónica cf. Francisco Javier Puerto Sarmiento (1992b).

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