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Plantas, espacios y públicos. El desarrollo de la Botánica en la España peninsular entre 1833 y 1936

        visto espontáneas y cultivadas en España, que sirviera de guía al que después quisiera
        escribir la Flora de este país admirable”245.
    El testigo de Mariano La Gasca sería recogido en la segunda mitad del siglo por distintos
colectivos, con fines bien diversos y con un éxito desigual.

Los proyectos liderados por el colectivo farmacéutico

    La ausencia de una obra botánica que contemplase la variabilidad vegetal presente en suelo
hispano motivó a los farmacéuticos españoles de mediados del siglo XIX a acometer esta empresa,
con el fin de disponer de un manual de referencia válida para poder clasificar las plantas y drogas
de origen vegetal necesarias en sus boticas. Como vemos, el objetivo no es taxonómico o
florístico, como fuera el proyecto diseñado por Mariano La Gasca; casi un siglo después se
vuelve al utilitarismo farmacológico de la Botánica, tal y como fuera promovido por Casimiro
Gómez Ortega en la segunda mitad del siglo XVIII246.

    Las tentativas del colectivo farmacéutico en este campo se concretaron en dos proyectos: el
liderado por la revista profesional El Droguero Farmacéutico y el promovido desde el Colegio de
Farmacéuticos de Madrid.

La ‘Flora española’ de El Droguero Farmacéutico (1857-1859)

    A principios de 1857, El Droguero Farmacéutico, un periódico profesional fundado y dirigido
por Mariano Pérez Mínguez (1809-1887)247 intentará “formar un catálogo general de todas las
plantas que se crían en diferentes partidos de España”248; estas deberían crecer espontáneamente,
las cultivadas no habrían de incluirse en esta Flora (Pérez Mínguez, 1859b: 106).

    Los objetivos de esta ‘Flora española’ eran muy claros: catalogar los vegetales con el fin de
poder identificar correctamente cualquier espécimen medicinal en cualquier parte del territorio
nacional (Pérez Mínguez, 1859b: 106-107). En este proyecto, la taxonomía no es más que un
instrumento en manos de la farmacología; esto explicaría el poco aprecio del colectivo
farmacéutico hacia la metodología botánica que habría de aplicarse en esta Flora ¿Debería
utilizarse el sistema clasificatorio natural o el propugnado por Linneo? Una cuestión caduca, ya
resuelta bastantes años atrás entre los científicos de nuestro entorno europeo, y que su solo
enunciado nos reafirma en la realidad de una España científicamente en penumbra, a la vez que
nos ayuda a valorar la escasa relevancia que hubiera podido adquirir esta obra (González Bueno,
Rodríguez Nozal, 1996).

     245. Carta de Mariano La Gasca a Aylmer-Bourke Lambert. Cádiz, 07/07/1823. Archivo de los Royal Botanic
Gardens (Kew) ARBG, Lambert Letters, Ms. 75.

     246. Un asunto sobre el que hemos llamado la atención en repetidas ocasiones: Francisco Javier Puerto Sarmiento
(1985; 1987; 1992a); Antonio González Bueno; María Isabel Ruiz Ochayta (1985); Francisco Javier Puerto
Sarmiento, Antonio González Bueno (1987); Antonio González Bueno (1995b; 2002a); Antonio González Bueno,
Alberto Gomis Blanco (2004).

     247. Sobre este farmacéutico y periodista apenas disponemos de más datos que los que aporta Rafael Roldán
Guerrero (4: 89-90. 1976).

     248. Así se indica en el suelto que, bajo el título de “Catálogo” se inserta en El Droguero Farmacéutico 3(41). Valladolid,
1858.

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