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Plantas, espacios y públicos. El desarrollo de la Botánica en la España peninsular entre 1833 y 1936
Mariano Ferrer (entomólogo), Jaume Ángel (recolector), Pius Font i Quer (botánico) y Joan-Bautista Aguilar-Amat
(lepidopterólogo), en el campamento de Hauta-el-Kasdir, a 1.750 m de altitud. Fotografía realizada en 1932.
Arxiu Històric de l'Institut Botànic de Barcelona
grupo de personas de influencia política conocida. La creación de esta Comisión no responde al
azar, es lógica respuesta a una situación social donde lo africanista cobra excepcional interés, no
sólo en el caso español, también en el francés.
Las primeras expediciones organizadas por esta Comisión tendrán carácter zoológico, pero
pronto, desde 1913, la Botánica formará parte sustancial de ellas281. Este interés por las tierras del
Protectorado se engloba dentro de una tendencia general, auspiciada por grupos mercantilistas y
colonialistas bien definidos –y aún desde la misma JAE–, destinada a potenciar la presencia
española en aquellos territorios.
Junto a estas excursiones, organizadas y financiadas bien por sociedades privadas bien por
organismos oficiales, se acude a los mismos sistema empleados años atrás para inventariar la
flora peninsular: un grupo de interesados en la flora del Protectorado, ubicados allí por motivos
281. En 1913, a instancia de la propia Sociedad y del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Odón de Buen
dirigiría una excursión científica por el Rif, le acompañaría Arturo Caballero, en calidad de botánico (Caballero, 1915),
quien se ocupará del estudio de la flora vascular; los hongos serían determinados por Romualdo González Fragoso
(González Fragoso, 1916, 1917a).
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